El parque diseñado por Forestier se desarrolla a partir del aprovechamiento de construcciones y entornos ya presentes en el antiguo jardín de los duques de Montpensier; así, desde el Estanque de los Lotos hasta el Monte Gurugú, se suceden en dirección norte-sur una serie de espacios donde el elemento acuático hace constantemente acto de presencia, ya sea en movimiento a través de fuentes y cascadas, o en reposo como en los estanques o en este pequeño lago situado precisamente en el corazón de todo este "eje de agua" que recorre el parque en su área central.
Forestier propone desde el primer momento respetar este lago de contornos sinuosos, así como el arbolado que crece en la isleta, a veces cubierto de hiedras u otras trepadoras, entre piedras en rocalla y aves de diferente signo. Conectado con el resto del parque por rústicos puentes, el islote destaca además por su pintoresco templete de resonancias orientales, al parecer construido por el que en la segunda mitad del siglo XIX fuera el arquitecto de los duques, Juan Talavera de la Vega. Forestier entendía que este pabellón debía ser respetado por los recuerdos con él relacionados: no obstante, la leyenda cuenta que fue este el lugar donde el todavía príncipe Alfonso XII declaró su amor a la que sería su esposa María de las Mercedes, hija de la Infanta María Luisa.
La presencia de este exótico templete, junto con la umbría constante del entorno, provocan en el paseante que se adentra en la isleta la sensación de sentirse en un mundo aparte y fantástico, lo cual convierte a este espacio con recuerdos de esponsales reales en uno de los lugares más románticos de todo el parque. Es la densa vegetación que se concentra en este área del parque, con importante presencia de arbolado de gran porte -con notables ejemplares de taxodium, grevillea o almez-, lo que provoca esa sensación de aislamiento comentada, buscada, según análisis de Forestier del parque, con la sana intención de preservar lo que es uno de los valores que el Parque de María Luisa propone y que hoy en día podemos rescatar: la apacibilidad.